lunes, 27 de julio de 2015

Carta a Santiago



20 Santiago
Por Arturo Pérez
Tema 20. Epístola General de Santiago

Introducción

Algunos han clasificado las cartas del Nuevo Testamento en dos grandes secciones: Epístolas Paulinas (desde Romanos hasta Filemón) que fueron las escritas por Pablo a diversas iglesias y a algunos individuos; y las Epístolas Generales o Universales (desde Hebreos hasta Judas), las cuales no especifican una iglesia o grupo en particular como destinatarios exclusivos, de ahí el nombre de “general”. Sin embargo, tenemos como “excepción” a la regla 2da y 3era de Juan, que dicen ser dirigidas a ciertos destinatarios particulares.

En el caso de Apocalipsis, pertenece a la clasificación de “Literatura apocalíptica” por el uso especial de un lenguaje figurativo a lo largo de todo su contenido.

El título de cada epístola de Pablo es el de sus destinatarios (por ejemplo, “A los Romanos”, “A los Filipenses”, etc.). En el caso de Santiago, como todas las “Epístolas Universales” (a excepción de Hebreos cuyo autor se desconoce), su título le fue dado por su autor, ya que sus destinatarios son más generales o universales.


I. Tema central de la carta de Santiago.



“Los resultados de una fe viva, la cual produce obras que honran a Dios.”

Muchos críticos han dicho que la Epístola de Santiago es una simple colección de dichos proverbiales. Sin embargo, al aplicar los principios adecuados de la hermenéutica[1], podemos observar de manera evidente que Santiago posee un tema unificado a lo largo de su carta.

Más adelante veremos los detalles de las circunstancias de sus destinatarios, pero en este momento, podemos adelantar que los primeros lectores de la epístola de Santiago estaban sufriendo pruebas y dificultades en sus vidas al punto que muchos fueron tentados con desconfiar de la Palabra de Dios, descuidando así su relación con Dios y con su prójimo. De ahí que Santiago les habla de manera muy práctica de cómo una fe viviente, una fe genuina y verdadera produce acciones que honran al Señor. Por ejemplo:

  • Una fe viviente produce gozo en medio de las pruebas
  • Una fe viviente obedece la Palabra de Dios
  • Una fe viviente motiva a la práctica de la imparcialidad
  • Una fe viviente genera autocontrol, dominio propio
  • En fin, una fe viviente, fructifica, produce obras que se evidencian por el amor a Dios y al prójimo.

El Dr. Evis Carballosa ha arrojado luz sobre el tema de la epístola de Santiago. Ese autor resume el argumento de Santiago en el siguiente cuadro[2].

“Cuando la fe es viva”
Se enfrenta a:
Texto
Produce:
Las pruebas
1:2-12
Madurez
La tentación
1:13-18
Firmeza
La Palabra de Dios
1:19-27
Frutos
Las personas
2:1-13
Imparcialidad
La realidad
2:14-26
Obras
La lengua (hablar)
3:1-12
Control
El hombre sabio y de entendimiento
3:13-18
Sabiduría
Al mundo
4:1 – 5:6
Sumisión a Dios
La venida del Señor
5:12-20
Paciencia, vida piadosa

II. Autor, Lugar y Fecha en que fue escrita.

El autor

 “Santiago” es el nombre que aparece al principio de la epístola en nuestras versiones en castellano. Pero el texto griego muestra que el nombre es Iakwbos (Iácobos) es decir, Jacobo, del hebreo Yacob. En español el nombre “Santiago” surge de la la contracción de “santo” y del hebreo “Yacob” (Sant-Yacob).

El primer versículo de la epístola dice que Santiago fue su autor. La pregunta es ¿cuál Santiago?

Existieron al menos cuatro personajes mencionados en el NT que se llamaban Jacobo:

  • Jacobo hijo de Alfeo (Mat.10:3; Hch.1:13)
  • Jacobo el Padre del Apóstol Judas-Tadeo (no el Iscariote) (Luc.6:16; Hch.1:13)[3]
  • Jacobo (el Menor – Mar.15:40)[4] el hijo de Zebedeo y hermano de Juan (Mat.4:21) a quienes Jesús llamó “Boanerges” (hijos del trueno) (Mr.3:17) y que Lucas indica que fue martirizado por el Rey Herodes Agripa I (Hch.12:2)
  • Jacobo, el (medio) hermano del Señor (Mr.6:3) y hermano de Judas (Mat.13:55) el escritor de la epístola que lleva su nombre (Jud.1)

Nadie ha considerado en serio los primeros dos Jacobos, y en el caso de la tercera posibilidad, Jacobo el hermano de Juan, fue martirizado mucho antes de escribirse la epístola, así que la mayoría de los comentaristas sugieren que el escritor de Santiago es Jacobo el hermano del Señor Jesucristo y hermano de Judas.

Santiago (Jacobo) había rechazado a Jesús como Mesías (Juan 7:5), pero más tarde creyó cuando Jesucristo se le apareció resucitado (1 Cor. 15:7). Después de la ascensión de Jesús, él estuvo presente con sus hermanos y los apóstoles en el Aposento Alto (Hch.1:14). Jacobo vino a ser uno de los principales líderes de la Iglesia de Jerusalén después que Pedro fue liberado de prisión (Hch. 12:17); habló con autoridad durante la asamblea llevada a cabo en Jerusalén (Hch.15:13); y se encontró con Pablo para escuchar un reporte de las misiones al mundo gentil (Hch.21:18; Gal.1:19); Jacobo fue llamado uno de los “pilares” de la iglesia conjuntamente con Pedro y Juan (Gal. 1:19; 2:9, 12). Según Flavio Josefo, historiador judío, Santiago fue martirizado en el 62 d.C.

John MacArhur establece una comparación muy interesante entre el vocabulario (en el original griego) de Jacobo en Hechos 15 durante el concilio de Jerusalén y el de la epístola de Santiago, el cual afirma nuestro pensamiento de que él pudo bien ser el autor.

Santiago
Palabra en común
Jacobo en Hechos 15
1:1
“salud”
15:23
1:16,19; 2:5
“amados”
15:25
1:21; 5:20
“vuestras almas”
15:24,26
1:27
“visitar”
15:14
2:10
“guardar” (la ley)
15:24
5:19,20
“volver o convertir”
15:19
John F. MacArthur, Jr., The MacArthur Study Bible, (Dallas: Word Publishing) 1997.

La tradición enseña que este influyente creyente fue quien escribió la epístola de “Santiago”. Jacobo (el hermano de Jesús) escribió esta epístola con la autoridad de uno que personalmente había viso al Cristo resucitado (1 Cor. 15:7), que había sido reconocido como uno de los asociados con los apóstoles a la par con Bernabé (Gal. 1:19; 2:9,12,13 ), y que era uno de los líderes de la Iglesia de Jerusalén.

Alguien ha observado que la simplicidad de la salutación de la epístola (“Santiago, siervo de Dios, y del Señor Jesucristo…”) apoya la conclusión de que se trata de Jacobo el líder de la Iglesia Primitiva y hermano del Señor, ya que una salutación tan corta debía salir de alguien muy conocido entre los creyentes de la época.

Lugar y Fecha

Lo más probable es que Santiago haya escrito esta epístola a creyentes dispersos (1:1) como resultado de la persecución registrada en Hechos 12 (para el 44 d.C.) La epístola de Santiago no menciona el Concilio de Jerusalén que describe Hechos 15 (celebrado alrededor del 48 ó 49 a.C.) lo cual sería mencionado si el mismo ya se hubiese efectuado. Por esto, se estima que la epístola de Santiago fue escrita alrededor del 44 al 49 a.C., siendo así la carta más antigua del Nuevo Testamento.

III. Destinatarios y propósito

Destinatarios

Judíos-cristianos-dispersos
Dirigida a Judíos “dispersos” que eran cristianos. Veamos primero por qué decimos que fueron “judíos”, luego por qué decimos que estos judíos eran creyentes, y finalmente veremos qué significa que estaban en “la dispersión”.

Judíos.
Según el primer versículo de la carta, los destinatarios eran “las doce tribus” que están en la dispersión (1:1). Tanto el estilo como el contenido de la epístola muestran que la carta fue dirigida a judíos, por las siguientes razones:
  • La designación “doce tribus” es una referencia bíblica a Israel (Ex.24:4; Mat.19:28; Luc.22:30; Hch.26:7; Ap.21:12) la cual debe interpretarse de modo figurativo, ya que para ese momento habían pasado unos 700 años que las tribus habían sido esparcidas y ya Israel carecía de una teocracia y de una monarquía a la manera de los tiempos del Rey David o Salomón. Recuérdese que el término “Judío” viene de una sola tribu, de Judá, que fue la “única” sobreviviente (representativamente) de Israel, después del cautiverio Babilónico (aunque miembros de las demás tribus se reintegraron desde antes del regreso de la cautividad en el tiempo de Ciro). Pero el término “las doce tribus” seguía siendo una alusión alegórica al pueblo de Israel como vemos en los textos de referencia.
  • Santiago utiliza un lenguaje judíos en todo su contenido:
    • El autor se refiere a la audiencia como “hermanos” unas 15 veces (1:2,16,19; 2:1,5,14; 3:1,10,12; 4:11; 5:7,9,10,12,19), lo cual era una manera muy común de llamarse entre los judíos del primer siglo.
    • Sinagoga” en lugar de “congregación”. En Santiago 2:2 la palabra griega que Reina Valera traduce como “congregación” es la palabra “sinagoga”.
    • Pueblo Adúltero” en Sant.4:4, una expresión muy utilizada en el A.T. por los profetas que amonestaron al pueblo de Israel quien era la novia desposada con Jehová, y que tantas veces fue infiel.
    • Sabaoth” en Sant.5:4 es una expresión hebrea que se traduce como “el Señor de los ejércitos” en el A.T.
    • Los Ancianos” en Sant.5:14 es un sinónimo de obispo o pastor el cual se utiliza en todo el NT (Hch.20:28; Fil.1:1; 1Ti.3:2; Tit.1:7; 1Pe.2:25), para referirse a los líderes (pastores) de la iglesia. Pero esta acepción (anciano) es la que utilizaba el pueblo de Israel para hablar de sus líderes. Esto refleja una gran influencia judía.
    • Santiago contiene más de 40 alusiones al AT lo que indica que era un libro que tanto el escritor como los destinatarios conocían bien.
    • Llamaban a Abraham “padre” (2:21)
    • Santiago habla de “las lluvias del otoño y de la primavera” (5:7) algo muy propio del clima de Israel, así como los países que rodeaban el Mar Mediterráneo.

Judíos cristianos.

  • El escritor se presenta como “siervo de Dios y del Señor Jesucristo” (1:1) y se dirige a sus lectores como “hermanos que creen en Jesucristo” (2:1).
  • El autor se incluye conjuntamente con sus lectores como que todos son cristianos, porque dice que Dios de su voluntad “nos hizo nacer por la palabra de verdad” (1:18).
  • Los lectores pertenecían a Jesús, cuyo nombre es calumniado (2:7)

Judíos cristianos “en la dispersión”.

La palabra “dispersos” aparece solamente en Juan 7:35; Santiago 1:1; y 1Pe.1:1. Esta palabra tiene varias acepciones, ya que los judíos fueron dispersados desde el tiempo de la conquista de Asiria al Reino del Norte en el 722 a.C. y la de Babilonia al reino del Sur (Judá y Benjamín) en el 605 a.C. De ahí que cuando cayó Babilonia a manos de Ciro de Media & Persia, los judíos regresaron parcialmente a Jerusalén en el 538 a.C., pero otros se quedaron en tierras extranjeras a lo largo del imperio medo-persa, y sobre todo durante el imperio griego cuando los Tolomeos ofrecían condiciones económicas interesantes para los judíos en Egipto, y los Seléucidas en Siria y otras regiones de Macedonia. De ahí que habían judíos en todas estas regiones desde Siria (al norte de Israel) pasando por Asia Menor, Macedonia y Acaya (Grecia) y hasta Roma. Y por supuesto la parte norte de Africa (Egipto).

Los dispersos que menciona Juan 7:35 posiblemente se refiere a los judíos dispersos en Macedonia; Pedro habla de Asia Menor (Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia) lo que hoy es Turquía.

En el caso de Santiago, aunque en el sentido más amplio habla a los judíos creyentes dentro o fuera de las fronteras de Palestina, creemos que dada la fecha de escritura (antes del 50 d.C.) donde todavía Pablo no había fundado las Iglesias de Asia Menor ni Macedonia, lo más probable es que Santiago escribió primariamente a aquellos creyentes judíos que se vieron en la necesidad de migrar a otros lugares fuera de Jerusalén, posiblemente como resultado del martirio de Esteban relatado en Hechos 7.

Después de la muerte de Esteban, la iglesia de Jerusalén fue dispersa por toda Judea, Samaria (Hch.8:1), hasta llegar a Fenicia, Chipre y Antioquía (Hch.11:19). Según el libro de Hechos, los cristianos dispersos eran en su mayoría judíos que habían sido expulsados de Jerusalén alrededor de los años 31–34 d.C. Posteriormente hubo otra persecución bajo el Rey Agripa I registrado en Hch.12, alrededor del 44 a.C.

Propósito
Santiago escribió una carta pastoral a los hebreos creyentes que estaban dispersos y que antes de la persecución pertenecían a la iglesia de Jerusalén. Estos creyentes vivían en la pobreza, trabajando para ricos hacendados que los explotaban. Algunos de estos judíos eran mercaderes, pero todos ellos estaban experimentando dificultades. Santiago respondió a sus necesidades escribiendo una carta especialmente para ellos.

Santiago cumple su función como pastor aun para con los ex miembros de la iglesia de Jerusalén que ahora viven en la dispersión los cuales estaban sufriendo pruebas y dificultades en sus vidas. Algunos de ellos fueron llevados a la desesperación, mientras que otros habían caído en la indiferencia y sucumbían a la tentación de desconfiar de la Palabra de Dios. Además estos cristianos habían caído en el pecado de codicia, mundanalidad y de usar mal su lengua. Por eso Santiago les escribe para amonestarlos, exhortarlos y alentarlos, en su mayor parte, con un tono de interés pastoral a través de los diversos temas que expone alrededor de su principal argumento: la fe que da frutos.

En resumen, Santiago escribe con el propósito de exhortar a sus lectores a respaldar la profesión de fe que hacían con sus labios, por medio de un testimonio positivo y práctico.

IV. Contenido de Santiago

Hay muchas maneras de bosquejar el libro de Santiago, tratando de agrupar un arreglo de ideas de acuerdo a la temática que el autor trata en su contenido. De todas las sugerencias, el bosquejo que nos ha parecido mejor para dejar como referencia, es el que propone el Dr. Evis Carballosa.[5]



(1:2–27)
I. La fe viva en relación con las pruebas, las tentaciones y la Palabra de Dios
(2:1–26)
II. La fe viva produce imparcialidad y buenas obras
(3:1-18)
III. La fe viva en relación con la comunicación verbal y la sabiduría
(4:1-12)
IV. La fe viva en relación con los placeres del mundo
(4:13 – 5:6)
V. La práctica de la fe viva produce reconocimiento de la soberanía de Dios.
(5:7–12)
VI. La práctica de la fe viva en relación con la Segunda Venida de Cristo.
(5:13–20)


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